A través de la práctica psicomotriz el niño vivencia emocionalmente el espacio, los objetos, a los otros. La posibilidad de descubrir y descubrirse que proporciona esta práctica brinda al niño la mejor oportunidad de adquirir e integrar el conocimiento del cuerpo, el espacio y el tiempo.
Estos aportes traen aparejado el concepto de que la información que recibimos es recepcionada por el cerebro emocional y luego pasa al cerebro cognitivo. Lo afectivo pasa a un plano preponderante, enciende o apaga las respuestas del conocimiento y del movimiento. Se está jerarquizando el placer, lo que amplía considerablemente el concepto de cuerpo antes definido.
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